¿Pensamos alguna vez si el uso de jerga o lenguaje específico de nuestra industria o área de conocimiento, afecta negativamente nuestro relacionamiento?
Pues, deberíamos…
En general el uso de modismos o lo que llamamos jerga (lenguaje propio de nuestra área de conocimiento), puede estar atentando contra la efectividad de nuestra comunicación, y, por lo tanto, representar un impacto negativo, tanto dentro de la empresa como en su relación con el entorno.
Hacia afuera puede reflejarse en menores porcentajes de ventas, problemas con la comunidad o una dificultad cada vez mayor en la comunicación con el cliente o con los proveedores.
Hacia adentro, puede aparecer como rispideces en la relación con el personal de otras áreas ajenas a nuestra terminología o léxico.
Por esta razón, el uso de la jerga puede convertirse en un factor nocivo para los resultados esperados por nosotros en relación a terceros.
Veamos algunos puntos a tener en cuenta si abusamos de ella:
Hace sentir incómodo al otro
Ya sea un comprador, un proveedor, o un compañero de trabajo de otra área, difícilmente se impresionen con la sofisticada terminología específica que la mayoría de las especializaciones tiene, sino todo lo contrario.
Los hace sentir muy incómodos cuando constantemente usamos frases, rangos de eficiencia, términos grandilocuentes, extranjerismos o factores de conversión, dentro o después de cada oración, que los hacen perder el hilo de la conversación.
Y esto vale para cada casi cualquier profesión y rama de la industria.
Hace que el otro se desconecte
Probablemente, mientras uno se mantiene monologando como si estuviera enamorado del sonido musical de su propia voz, el otro percibe que se le está leyendo un cuento para ponerlo a dormir, es decir, cero conexión con lo que decimos, y la asimilación de nuestra perorata al ruido ambiente.
Creer equivocadamente que el otro conoce la jerga
¿Hay algo peor que alguien que habla con usted en la jerga de su especialidad traduciéndole su significado tras cada oración?
¡¡Por supuesto que si!!
El que asume que el otro ya domina su lenguaje o aún peor, que ni siquiera se da cuenta que jamás lo usa en su conversación habitual.
Creo que no hay dudas de que esto ocurre frecuentemente en las organizaciones y en la vida en general.
Hace perder el tiempo al otro
Imaginemos que, a mitad de una conversación, nuestro interlocutor comenzara a hablarnos en chino y nosotros desconocemos dicho idioma.
Fin de la conversación con resultado nulo.
Probablemente esto es lo que los otros sienten cuando nos sumergimos en el mágico mundo de nuestro querido léxico particular, donde abundan los MHz, Bytes, Branding, Leads, Branch, Project Charter, Brochure, ROI, ASAP, FYI, Ceteris Paribus, Actio Pro Socio, Leveling, u otros tantos que cada uno de nosotros como especialista porta en su mochila.
¿Qué hacer entonces?
Una sugerencia práctica, para verificar nuestro nivel de apego a la jerga, es grabar lo que normalmente decimos y luego escucharlo, ya sea una de nuestras reuniones de trabajo o algunas de las llamadas que hacemos habitualmente.
Si podemos escucharnos a nosotros mismos con agrado, con el oído sintonizado en la música que el otro quiere escuchar, entonces pasamos esta prueba y no estamos “jergarizados” del todo.
Ahora bien, ¿Cómo comunicarnos eficientemente?
Sencillamente hablándoles en su propio lenguaje (si entendemos que uno se comunica cuando emite información que el receptor entiende), y usando elementos de impacto dentro de lo que es su día a día, es decir, modificando el mensaje para que sea algo importante para ellos o para la compañía en la que trabajan.
Esto es, focalizar la conversación en algo que ellos si entienden y es positivo para ellos y sus operaciones.
Hay que pensar que el uso de la jerga propia de la industria no tiene sentido más que para la gente de la propia industria, no en forma universal y nuestro trabajo no consiste en enseñar a los otros nuestros lenguajes intrínsecos (casi una lengua muerta para ellos) sino en hacernos entender para lograr resultados en conjunto.
Entonces, expliquemos las cosas en su lenguaje, no en el nuestro.
Cuando dentro de nuestras organizaciones utilizamos entre áreas, palabras muy específicas, siglas, jerga, terminología que pocos conocen o que pocos dominan, se van estableciendo barreras infranqueables, vacíos, abismos entre las personas, incomunicación, alejamientos y otros tantos efectos negativos.
Cuando desde Sistemas, Marketing, Proyectos, Ingeniería, Finanzas, etc., tratamos de comunicarnos en nuestro idioma tan particularmente nuestro (y a veces solo nuestro), el de nuestras siglas o incluso apenas el de las planillas a llenar que diseñamos para nosotros, pero deben ser llenadas por otros, generalmente logramos (al no hacernos entender) que se nos mire con desprecio porque creen que esa manera de comunicación sofisticada es para distinguirnos del resto, parecer una especie superior, asumir que todos deberían hablar como nosotros, y no nosotros como todos.
Esto es algo que hacemos seguramente en forma natural y espontáneamente, sin malas intenciones, pero igualmente conlleva un fuerte impacto negativo.
Entonces, como hicieron nuestros antiguos antepasados, en el albor de las civilizaciones, establezcamos un lenguaje común, homogéneo, dentro de un código que todos entendamos.
Hagamos lo imposible por lograrlo, y seguramente ganaremos en confianza, mejorará la salud y el clima interno de la organización, los clientes lo percibirán, y todos disfrutaremos de los beneficios.
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