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El ladrón de sueños (encubriendo el autoboicot)



Soldado, explorador aventurero, astronauta, cantante, físico nuclear, actor, padre de familia numerosa, viajero permanente, dueño de posada en la playa…

Nada de eso pasó.

Alguien había robado estos maravillosos sueños míos, incluso aquellos que tenía bien guardados. No sé si fue de pronto, o sigilosamente con un robo hormiga, pero con el tiempo desaparecieron, se esfumaron sin que yo me diera cuenta…

Por supuesto que esto merecía una investigación seria.

No podían desvanecerse sin explicación tantas ilusiones, tantos deseos teñidos de esperanza.

Así fue como puse manos a la obra y fui, hasta las últimas consecuencias y con todo mi ahínco, a buscar al culpable, a ese infame ladrón.

Y fui coronado con el éxito! Encontré al maldito!

Ese perverso que se había llevado todos esos futuros deseados, y que ya había visto infinitas veces sin sospecharlo siquiera.

Al fin, una mañana lo descubrí, mirándome socarronamente desde el otro lado del espejo…

Como la mayoría de ustedes, desde pequeño he ido acumulando sueños incumplidos, sueños que se fueron quedando en el camino. A veces fueron reemplazados por otros, pero la gran mayoría quedaron olvidados allí, por algún rincón…

Si lo pensamos bien, y lo analizamos profundamente, veremos que el auto robo ocurrió cada vez que hicimos algo, aún inconsciente, para desdibujar cada sueño.

A veces no nos consideramos capaces de alcanzarlos, a veces fuimos desgastando sus bases con una lógica racional que todo lo borraba y achataba, y algunas otras sucumbimos a insinuaciones que parecían órdenes u órdenes que solo eran sugerencias.

Muchas veces los cambiamos por algo que considerábamos mejor dados los cánones sociales de nuestro entorno, y otras tantas, simplemente, los abandonamos por asociarlos con nuestra niñez, con nuestra inmadurez o por su falta de encaje en el círculo en el que nos movíamos.

Pero siempre fuimos nosotros los responsables.

Pudimos o podemos hacer algo?

Todo depende de cada uno.

Lo sueños todavía siguen por allí, escondidos en algún lejano rincón, pero presentes.

Quizás para algunos ya sea tarde (aunque dicen que nunca es tarde).

Quizás otros realmente sean fantasías infantiles imprácticables en la realidad adulta.

Pero seguramente habrá algunos, aunque sean unos pocos, incluso siendo un solitario sueño, que tienen posibilidad de hacerse realidad si los tomamos en serio.

Y tomarlos en serio tiene que ver con darles un lugar, diseñar los pasos a seguir, planificar las acciones y asignarle tiempo y esfuerzo nuestro para que ocurran.

Esto fue lo que seguramente no hicimos cuando correspondía, y le dejamos la puerta abierta al bandido…

Quizás, todavía estemos a tiempo.

Tal vez, solo tal vez, haya oportunidad para que el ladrón se arrepienta, confiese donde los escondió y recuperemos esos sueños que representan lo que en algún momento era lo que quisimos ser…

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