“Comprometerse para el éxito” es una frase común que encontramos en muchas organizaciones, sin embargo, en muchas de esas organizaciones no está para nada claro de qué estamos hablando.
En teoría, este compromiso habla sobre los beneficios potenciales para las empresas, organizaciones y empleados individuales, pero no siempre esto es entendido por todos y de la misma manera.
Para muchas organizaciones, cuando hablan del compromiso para el éxito, ponen todo el énfasis en lo que los empleados debieran hacer y de qué manera, mientras que para los empleados, es lo que la organización debiera implementar y llevar adelante con ellos.
La resultante de esto es un estado de confusión, desacuerdo y desilusión de ambas partes, por creer cada una estar haciendo lo correcto, y estar teniendo expectativas sobre la otra parte, que no se condicen con la realidad.
En realidad, el compromiso para el éxito debe ser de todos, con lo que habrá obligaciones repartidas entre la organización y sus miembros, así como ambos se asegurarán ciertos derechos.
Frases proviniendo de la organización como “Nosotros les damos todo, pero los empleados no quieren asumir su parte” las hemos escuchado infinidad de veces, y, de la misma manera, otras frases viniendo de los empleados como “Se la pasan pidiéndonos más esfuerzo, pero cuando pedimos algo nosotros hacen oídos sordos”.
El tema es que estas frases donde se pone en foco el “compromiso”, son realmente sentimientos expresados en palabras, y estos sentimientos profundos hacen es oscurecer las relaciones, afectando el funcionamiento general y el clima dentro de la organización.
Una vez que esto está instalado, es mucho más difícil enderezar la situación, así que veamos que hacer en las dos situaciones, cuando todavía no se planteó la consigna sobre "el compromiso", y luego, cuando una vez planteada e instaurada, encontramos esta diferencia de criterios.
Implementación del compromiso para el éxito
Para plantear la consigna de “Compromiso para el éxito” la primera cosa que debe hacerse es definir claramente este compromiso, y para eso, tendremos que profundizar y poner en blanco y negro, lo que la organización espera de sus empleados y, por supuesto, lo que los empleados recibirán de la organización como moneda de cambio por su compromiso.
Una vez definido el concepto del compromiso, debemos planificar cómo y cuándo se hará la comunicación, y cómo obtendremos la retroalimentación.
Aquí llegamos a un momento crucial, el punto importante donde, después de comunicar, tendremos que buscar el consenso y ajustar todo lo necesario hasta conseguirlo.
Y al comenzar a andar, deberemos verificar todo el tiempo que los acuerdos conseguidos se cumplan, y, de no hacerlo, ajustar las situaciones.
Diferencia de criterios sobre el compromiso para el éxito
Cuando llegamos a un punto donde nos damos cuenta que la organización y los empleados tienen ideas muy diferentes sobre el compromiso para el éxito, es hora de parar el juego, minuto fuera, y transparentar estas diferencias.
Se deben efectuar reuniones con el personal, en grupos pequeños para permitir la interacción, donde se plantee qué es lo que la empresa espera, y se escuche y analice, lo que los empleados esperan a cambio.
Una vez efectuadas las reuniones con todo el personal, se deben recolectar y ordenar los planteos efectuados, y hacer una propuesta que contemple todos los posibles, pero que, además explique claramente el por qué de aquellos que no lo son.
Se puede o no llegar a un acuerdo, pero si el planteo es claro y realista, y uno puede decir que se ha hecho lo mejor posible, es hora de comenzar a andar.
En el camino, puede que algunos se bajen del barco, y otros manifiesten su descontento, pero, como reza un viejo dicho, “El que avisa no es traidor”.
Si todo se explicó de manera correcta, y los planteos de lo esperable por la organización son sensatos, estaremos andando por la buena senda, aún sabiendo que el compromiso para el éxito en algunos no es algo instaurado y que deberemos estar mucho más alerta.
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