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Foto del escritorDaniel Sachi

El éxito y el fracaso van de la mano


Aciertos y fracasos

Muchas veces un fracaso es un éxito en un momento equivocado.


Francis Ford Coppola fue criticado por escribir un guión extraño e incómodo para la ahora legendaria película “Patton”.

La película fue archivada, tardó años en hacerse, pero cuando fue estrenada ganó un Oscar al mejor guión.

Mientras tanto, Coppola estaba trabajando en “El Padrino” y también estaba a punto de ser excluido de esa película.


Eso muestra que, algunas veces, las cosas por las que te despiden o denostan son a menudo cosas por las que en el futuro te celebrarán, te recordarán gratamente, y, en el mejor de los casos, recibirás premios por tus logros.


Muchas veces, las personas creativas trabajan sobre algo que no es apreciado por las organizaciones en el momento de hacerlo, pero que toman magnitud y relevancia tiempo después, incluso luego de que la persona abandonó la compañía.


Definiciones de productos o servicios, cambios organizacionales, nuevos procesos o procedimientos, metodologías e incluso modificaciones sobre los relacionamientos internos en las organizaciones forman parte de la colección de supuestos fallos que terminaron en éxitos.


En lo personal, tengo varios en mi haber, aunque siempre me dejaron el sabor amargo de no poder disfrutarlos plenamente, ya sea porque había dejado la organización en donde los trataba de introducir, o ya estaba dedicado a otros proyectos y no le prestaba más atención.


Lo cierto es que, pasado el tiempo y mirado desde fuera y objetivamente, uno aprende mucho de esos fallos.


Uno aprende que no siempre algunas cosas se hacen en el momento indicado, o con la comunicación y el marketing necesario.


También aprende que, para algunos cambios, uno no puede navegar ciertas aguas sin tener un práctico que conozca las vías disponibles para llegar a buen puerto, sea este un viejo lobo de mar que conoce los vericuetos en la organización, o un padrino jerárquico que tenga el poder de abrir las aguas (o puertas necesarias).


Y, no menos importante, uno aprende que algunas organizaciones nunca estarán listas para algunas cosas, porque lo que hacen les funciona muy bien y no están dispuestas a cambiar el statu quo.


El tema es que, cuando las cosas dejan de funcionar y lo que proponías es lo que hay que hacer, a veces es tarde, y es inútil e inapropiado el “te lo dije”, porque eso siempre agrega angustia al que la está pasando mal.


En fin, puedo afirmar que las gratificaciones posteriores son caricias al alma tardías muy agradecidas, aunque, lamentablemente, muchas veces no alcanzan a curar las heridas, y cierto resentimiento nos queda.


A fin de cuenta, somos humanos…


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