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Matemática sencilla para la gestión del cambio

Actualizado: 30 jul 2019



El cambio es inevitable y muchas veces el caos también lo es, sin embargo y a pesar de esta circunstancia, la naturaleza humana es resistirse.

Por esta razón, aquellos que deben llevar el barco a nuevos puertos y dirigir a su gente y su negocio hacia un futuro mejor, ven su trabajo trabado por esta resistencia.

¿Podemos cambiar este hecho de la naturaleza humana?

Muy probablemente no, pero podemos influir en algunos de los factores motivadores del cambio, claro que esto no será una tarea sencilla.

Históricamente, los "proyectos de cambio" muy frecuentemente han sido impulsados ​​por implementaciones o actualizaciones tecnológicas, lo que genera que los procesos de negocios y las prácticas de trabajo deban modificarse para adaptarse al nuevo sistema.

A estos podríamos llamarlos cambios por acción.

Sin embargo, es probable que el cambio sea impulsado por otras cosas, como nuevos jugadores en el mercado, decisiones políticas externas que afectan el giro normal del negocio o pérdida de personal crítico por mejores condiciones laborales en otra empresa que se instala y barre el mercado de recursos.

A estos los llamaremos cambios por reacción.

Independientemente que sean de acción o reacción, es usual en este contexto escuchar cosas como:

"Las ventas no van a aumentar por hacer una reestructuración de la fuerza de ventas"

"Actualizar el sistema en este momento es mucho trabajo y no veo los beneficios"

"Nuestro sistema actual no es maravilloso, pero es suficiente para nuestras operaciones”

"Si bien perdimos gente, nadie es irremplazable y podemos asumir las tareas de los que no están sin hacer cambios"

Con estos comentarios será muy difícil llegar a acuerdos sobre los cambios necesarios, y no podremos trabajar el cambio sin nuestra gente.

Aquí es donde la ecuación de cambio de Gleicher-Beckhard-Harris puede ayudar.

Ésta establece que para que el cambio ocurra con éxito, la siguiente fórmula debe ser verdadera: D x V x F > R

Donde:

D = Descontento con cómo están las cosas ahora; inconformidad con la situación.

Nuestro equipo debe sentirse insatisfecho con la situación actual antes de que pueda tener lugar un cambio exitoso.

Sin la insatisfacción, probablemente nadie se sentirá muy motivado para cambiar.

V = Visión de lo que es posible.

La solución propuesta debe ser atractiva, y las personas necesitan entenderla.

Si nuestro equipo no tiene una visión clara de cómo serán las cosas después del cambio, y por qué serán mejores, entonces probablemente no estarán dispuestos a trabajar para entregarlas. Cuanto más clara y detallada sea esta visión, más probable es que el equipo quiera estar de acuerdo con el cambio y seguir adelante.

F = Medidas concretas que pueden ser tomadas hacia la visión. Nuestro equipo debe estar convencido de que el cambio es realista y ejecutable.

R = Resistencia al cambio.

Incluye las creencias de las personas en los límites del cambio, la obstinación hacia cualquier cambio, y la inercia general o falta de interés.

Debido a que existe una multiplicación de factores, si falta un elemento, esa variable tendrá un valor cero, lo que significa que todo el primer término de la ecuación será igual a cero.

Como herramienta, la ecuación es útil como lista de verificación en las etapas de planificación y comunicación de un cambio.

Cuando estemos planeando el proceso de cambio, consideremos cada variable para asegurarnos que el equipo se sienta insatisfecho con la situación actual (D) y crea que el estado futuro es deseable y práctico (V).

Finalmente, clarifiquemos que deberemos hacer para cambiar el estado actual al nuevo estado deseable (F).

En particular, identificar los primeros pasos nos ayudarán a aumentar la confianza de las personas en la practicidad del cambio propuesto.

Por lo tanto, los refuerzos se basarán en darle al equipo una visión clara de qué pasaría si no se actualizan, mostrarle las múltiples causas de insatisfacción con ejemplos y compartir suficientes detalles sobre los aspectos técnicos del cambio para ayudar a comprender cómo van a mejorar las cosas.

Es decir, tratar de modificar las variables para que la resultante de multiplicarlas sea mayor que la resistencia (R).

Ni Gleicher, ni Beckhard, ni Harris pueden asegurarnos el éxito, pero seguramente, si usamos esto como herramienta, estaremos más lejos de comprarnos un fracaso.

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