Usualmente, vemos que nuestra lista de cosas para hacer se hace interminable en el estricto sentido, es decir, nunca terminamos con todo lo que nos proponemos.
Quizás porque pecamos de soberbios y creemos que podemos con todo, quizás simplemente por no tomar en cuenta el factor tiempo que demandan las tareas que nos auto-asignamos.,
Lo cierto es que muchas veces la lista crece en lugar de decrecer y muchas de esas veces, esto nos frustra.
Justamente por esto, los que tenemos algún cargo con responsabilidad sobre otros, cuando alguien necesita ayuda nos escudamos en "todo lo que tenemos para hacer" para no ofrecer la nuestra, y no por maldad, sino por el falso sentido del deber que da el pensar que ésto haría que le dediquemos tiempo a otros en lugar de terminar nuestra lista.
Bien, el caso aquí es que, por un lado, nuestra lista de tareas muchas veces tiene cosas que podríamos delegar, y por otro, muchas otras podrían tranquilamente relegarse en el tiempo, cosa que indefectiblemente pasa por no llegar a completarlas.
Pero volviendo al punto anterior, ¿Realmente perturba tanto nuestros planes ofrecer nuestra ayuda? ¿No es otra de esas respuestas automáticas que fuimos acuñando con el tiempo?
La verdad es que, por experiencia propia, ayudar a otros nos da un poco de aire fresco, nos corre del eje y dejamos, al menos por un rato, de mirarnos el ombligo para tomar el pulso de otras realidades, de otras necesidades que, muchas veces, encontramos que son más importantes que las nuestras.
Más aún, si pensamos en el verdadero sentido del liderazgo, veremos que estar al servicio de nuestros equipos es la definición última, por lo cual, nuestras agendas nunca debieran estar tan cargadas como para no tener el tiempo de ofrecerle nuestra ayuda a los demás.
Al menos en lo personal, encuentro muy grato ayudar a otros, quizás porque reconozco que yo también estuve (y a veces estoy) del otro lado y muchas veces apareció esa mano amiga o esa luz en la oscuridad que me sacó de un problema o me ayudó a resolver algo y eso se sintió fantástico, tan fantástico como siento el bienestar que provoco en otros con este tipo de acciones.
Muchas veces recuerdo esa máxima que decía que “el que da sin esperar recibir, recibe mucho más de lo que da”, y creo que ese es el sentimiento concordante con la acción de ayudar, al menos para mí.
Por lo tanto, sería muy sano y aconsejable que no cargues tu lista de TO-DO con tareas que no vas a cumplir, que seas consciente del tiempo que te demanda cada cosa para que tu lista sea útil, y que no pierdas la oportunidad de ayudar a otros porque, aunque no esté en tu lista, el balance de lo actuado será mucho más gratificante.