En un mundo donde la inteligencia artificial promete revolucionar la educación, el trabajo y la vida cotidiana, surge una pregunta clave: ¿puede existir una tecnología verdaderamente ética si la humanidad aún no logra definir su propia ética? A partir de mi recorrido en la transformación digital y la educación superior, reflexiono sobre experiencias concretas en las que la IA mostró su potencial, pero también sus riesgos de reproducir sesgos, excluir a personas y diluir nuest