La agilidad no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar objetivos de negocio. Cuando se confunde el propósito, las organizaciones corren el riesgo de acelerar el desastre. Este artículo analiza los errores más frecuentes, plantea preguntas clave para autoevaluarse y ofrece una conclusión contundente: ser ágil es una decisión estratégica, no una moda.