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Foto del escritorDaniel Sachi

El amor por la tarea como vacuna para el cansancio


Cansancio, vacuna, persona cansada

En los últimos años, muchas veces me ha tocado viajar, y trabajar largas horas, ya sea en alguna implementación, alguna consultoría específica o dictando cursos, y muchas de esas veces mis clientes o socios circunstanciales me preguntan cómo es que no me canso.


Y la verdad, es que no lo hago y yo mismo me lo pregunté varias veces, porque en otras ocasiones si me canso y quizás sin trabajar tanto.


Y la respuesta que encontré es el amor por la tarea.

El cansancio es como un tipo de enfermedad y el amor por lo que se hace su vacuna.


Por supuesto no hablamos de hombrear bolsas en el puerto o picar piedras en una cantera, donde el cansancio físico es importante, sino del cansancio mental, diferente, pero quizás más peligroso porque muchas veces no se cura ni se pasa durmiendo.


He comprobado que, cuando trabajamos con honestidad y amor, todo sucede sin cansancio.

Cuando podemos cooperar con los demás y esta cooperación es recibida con agradecimiento, no hay cansancio.

Cuando lo que estamos brindando realmente cambia la vida de otros, no hay cansancio.


No puedo decir que sean una regla general, aunque pueda demostrarlo empíricamente.


Cuando hablo con alguien al que se lo ve cansado por su trabajo, absolutamente siempre compruebo que no le gusta lo que está haciendo, ya sea porque nunca le gustó, o porque con lo que tiene que lidiar se salió de cauce y los nervios están a flor de piel, haciendo que no disfrute de su tarea.


Y lo contrario también es totalmente comprobable.

Cuando alguien disfruta de la tarea que hace, el tiempo se pasa volando y el cansancio tarda mucho en llegar, pero en algún momento llega porque, para ser sinceros, no somos súper humanos y nuestra fortaleza física y mental tienen un límite dado por la naturaleza.


Lo mejor o lo peor, es que ambas actitudes son contagiosas.


Cuando estamos con alguien que ama lo que hace y lo disfruta, nos afecta positivamente y nos da fuerzas para seguir, mientras que cuando pasa lo contrario, aunque amemos lo que estamos haciendo nos cansamos, no por la tarea, sino por el malhumor de los que no la disfrutan.


Por eso, nunca mejor expresado que con una frase de Howard Thurman, un influyente escritor, filósofo, teólogo, educador y activista por los derechos civiles estadounidense, que fue además decano de teología en las universidades de Howard y Boston por más de dos décadas, escribió 20 libros, y en 1944 fundó una iglesia multicultural:


No te preguntes qué necesita el mundo; pregúntate qué te hace sentir vivo. Y después sal y hazlo. Porque el mundo necesita gente que esté viva.”


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