Si el conocimiento es poder, entonces la curiosidad es el músculo, porque es donde se genera la fuerza para adquirirlo.
El enfoque que da la especialización es una fuerza fabulosa, aunque a veces, es bueno difuminar las líneas y apartarnos de nuestra experiencia, de nuestro conjunto de habilidades y de lo que creemos que sabemos muy bien.
En la historia, muchos grandes descubrimientos provinieron de encuentros accidentales e intereses aparentemente no relacionados al mejor saber o especialización de quien los hizo.
Más allá de eso, aún a los que se consideran muy expertos en alguna materia, les propongo un simple ejercicio que demostrará cuán lejos estamos de eso que creemos.
Elijamos un tema en el que nos consideremos muy expertos, hagamos una búsqueda en Internet y recorramos lo encontrado leyendo cuidadosamente los artículos o publicaciones.
En la gran mayoría de los casos, los que hicimos este ejercicio, encontramos algo que no sabíamos, o que nos cambió la forma de ver las cosas a partir de otra mirada o vivencia.
Y todo esto en menos de una hora.
Esto nos muestra que nuestro conocimiento o experiencia, por más acabada que sea, es solo una zona de confort, donde nos movemos plácidamente, pero que lejos está de representar la totalidad de los conocimientos sobre el tema.
Este solo ejercicio, en el mejor de los casos, nos dejará pensando un rato, y en algunos, quizás hasta nos golpee fuerte el ego, claro que esto último solo ocurrirá en el caso de que el mismo ego nos deje reconocerlo.
Sin embargo, el haber adquirido esos nuevos conocimientos nos dará una sensación extraña, parecida a cuando logramos algún objetivo de medio término, que, aún a sabiendas del camino que nos falta por hacer, podemos festejar el logro obtenido.
Bien, ahora le propongo otro ejercicio, para ver que la curiosidad también puede entrenarse.
Elijamos dos o tres temas en los que no tengamos ningún interés, o que en realidad nos resulten pesados o aburridos.
Volvamos a hacer una búsqueda en Internet, y leamos los artículos o publicaciones tomándonos no más de una hora, o solo hasta que aprendamos algo que no sabíamos.
Nuevamente, en la mayoría de los casos, aún en los temas que no les agradaban, las personas que encontraron algo que no sabían, investigaron un poco más, y, da la casualidad, describieron el sentimiento sobre los resultados del ejercicio, de la misma manera que en el ejercicio anterior.
Claro que no es casualidad, sino causalidad, porque la historia de la humanidad, y nuestro sello distintivo como seres humanos, es justamente, una cadena de aprendizajes motivados por la curiosidad y el afán de saber que nos hicieron evolucionar.
Interesante ¿no?
Demos entonces un sacudón a nuestra curiosidad, hagamos los ejercicios, y sigamos evolucionando.
Seguramente no nos vamos a arrepentir.
Comments