Cualquier mañana normal en Buenos Aires, tratar de entrar con el auto a la Capital es prepararse para estar un buen rato atascado en un embotellamiento.
Motociclistas zigzagueantes, conductores que se creen vivos adelantándose por lugares peligrosos, encerrando a otros y tocando bocina permanentemente, son parte de la postal diaria.
Uno de esos días en los que estaba en ese trance de llegar a mi trabajo, un compañero que viajaba conmigo en un momento me pregunta: "¿Por qué dejas que hagan eso?" “No puedes dejar que la gente te pase por encima".
Hice una pequeña pausa mirándolo de reojo y le contesté: “Primero, no tengo fuerza para todas las peleas, así que elijo cual voy a enfrentar” y agregué “Además, hay que ser flexible en donde conviene y ser duro donde se necesita”.
En el caso de la situación mencionada, sé que puedo permitirme dejar pasar algunos autos, porque usualmente tengo tiempo suficiente para llegar a la oficina.
Pero si fuera una cuestión de vida o muerte, entonces no reaccionaría de la misma manera.
En un conflicto o crisis, hay que comprometerse y mantenerse firme, pero no así en cualquier situación que no tenga estas características.
He oído a muchos hablar de “equilibrio” como la forma en que navegan los conflictos, pero el equilibrio no es bueno por si mismo porque justamente las reacciones necesarias no suelen ser equilibradas.
Estas mismas personas, la mayoría de las veces, son los que llevan la peor parte, ya que un perfecto "equilibrio", no es algo práctico.
Se puede intentar el “equilibrio”, para que finalmente nos lleve a una solución aceptable, sin embargo, en general para las personas esto no resulta por tres razones:
El poner por delante el equilibrio hace que se pierda el objetivo
No hay una definición clara y automática de hasta donde ceder (depende de la circunstancia y los involucrados)
El que cede siempre es el que busca el equilibrio
Por ejemplo, los buenos líderes son situacionales, es decir, usan distinto tipo de liderazgo dependiendo de las circunstancias.
Flexibles cuando deben serlo y duros cuando la situación lo requiere.
Y, por supuesto, no hablamos de equilibrio emocional, cosa que siempre hay que tener.
Ser “equilibrados”, en el sentido en el que estamos hablando, es casi una característica estándar de los que no saben lo que quieren en la vida, por lo cual, no están conscientes de lo que necesitan para lograr algo.
Al no saber qué aspectos de su vida deben priorizar y al buscar todo el tiempo ese “equilibrio” son llevados por las circunstancias, por otros, pero casi nunca por ellos mismos.
Ser equilibrado entonces no pareciera ser una buena estrategia en la vida…
¿Cuál es tu caso?
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