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Buscando el don de hacer presentaciones efectivas


público, teatro, miedo escénico

Él estaba de pie frente a una sala llena de gente.


Algunos de los asistentes hacían garabatos en sus cuadernos, algunos otros mandaban o recibían mensajes de texto, algunos más a punto de dormirse, sin mencionar a esos que lo miraban fijamente esperando que dijera algo.


Con un nudo en la garganta y una opresión en el pecho, repasaba mentalmente lo que iba a decir, con un sentimiento que en nada se parecía a la diversión.


Sufría horrores el momento, pero tenía que hacerlo.

Tenía que hacer su presentación ante un público diverso y con distintos sentimientos e ideas sobre lo que él iba a mostrar.


Sudaba, tenía miedo de olvidarse, y de lo que le podrían decir o preguntar, pero no había marcha atrás. El operador le dio la señal y abrió el micrófono…


Este pequeño relato es totalmente verdadero y el actor principal… ¡muchos de nosotros!


En la vida profesional de cada uno, estas ocasiones se repiten con bastante frecuencia, por lo que, estar preparado no es una opción sino la única posibilidad.


En mi caso particular, mucho me ayudaron mis estudios de actuación, porque allí aprendí a hacer subir a un personaje al escenario en lugar de subir yo mismo.

Y ese personaje era desenvuelto, instigador, incisivo, carismático, en fin, un showman, lo cual lo hacía bastante diferente a mí.


Con el tiempo y la práctica, el personaje fue subiendo menos y yo poniendo el cuerpo más veces, haciendo lo que había aprendido de él, aunque quizás, él siguió subiendo y yo lo acompañaba desde las sombras sin saberlo, porque ahora que lo pienso, no sabría decir quién de los dos hacía la presentación.


Esa fue mi técnica, aunque debo también reconocer que prepararme bien, imaginar lo que podrían preguntar y adelantarme, o hacerlos participar activamente fueron elementos irremplazables para hacer un buen papel y vencer el miedo escénico.


De hecho, en un simposio internacional sobre gestión de proyectos, tenía 20 minutos para mi presentación, y como surgían muchas preguntas e iban siendo respondidas de inmediato y la dinámica era muy participativa, el organizador me hizo señas de seguir y cortamos a la hora, extendiendo el cierre del evento.


El tema es que todo este cuento era para hacer una pregunta, cuya respuesta quizás les sirva a todos los que, como yo, no tenemos el don natural…


¿Cómo hacen para que, hacer una presentación, sea un deleite y no una sesión de tortura?


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