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Contra el pensamiento lineal o los laureles no merecidos


salón de estudio, estudiantes, enseñanza

Un gurú de la gestión de renombre internacional dijo una vez que la escuela de negocios de Harvard era como una puerta a través de la cual, si entra un joven brillante, saldrá como una persona brillante de todos modos.


El punto que estaba señalando era que no hay una gran adición de valor en Harvard, aunque una lectura un poco más ácida podría afirmar que lo que quiso decir es que la persona saldría aún brillante “a pesar” de Harvard.


En mi caso, recuerdo haber discutido más de una vez con directores de escuelas o universidades que decían que su institución había "producido" a alguien particularmente famoso o renombrado por sus logros.


Mis argumentos se basaban en el conocimiento que, de esos mismos claustros y en los mismos años y carreras, habían salido algunos ejemplos francamente deplorables con lo cual, esa institución parecía haber contribuido muy poco a “producir” los personajes de los que se jactaban, o, en su defecto, habían también “producido” lo contrario.


Y esto no habla mal de las escuelas y universidades, aunque las haya mejores y peores, y con más o menos recursos, pero sí de la creencia que es la institución la que produce personas de valor.


A mi modo de ver, la buena madera es la que genera el valor o lo trae consigo, es decir, son los individuos los que tienen logros, y los que se forman a si mismos de manera excepcional, y esto, sin importar donde estudien, pero aprovechando todo lo que se les brinda.


En los muchos años que llevo de trabajo, me he topado con gente salida de muy diversas escuelas de negocio y universidades, y debo decir que poco puedo asociar unívocamente de su performance con los lugares donde estudiaron.


Quizás en algunos se pueda encontrar un sesgo interesante en alguna disciplina generado por su lugar de estudio, pero también debo decir, que de los mismos lugares he trabajado con gente realmente diferente en cuanto a conocimiento, ganas, corazón y compromiso.


Más aún, estoy convencido que la creencia sobre esta “producción” de algunas instituciones educacionales es hasta contraproducente, porque implica que, en algunos lugares donde se comparte esta creencia, haya cierto filtro que beneficie a candidatos o personas que hayan salido de esas instituciones, en desmedro de los que provienen de otras.


Releyendo lo que estoy escribiendo, creo que me estoy ganando algunos enemigos, pero no importa, porque estoy convencido, y no por creencia sino por una experiencia de más de 40 años…


Y de lo otro que estoy convencido es de la importancia suprema de darle el valor a las personas, no por su condición social, económica, u oportunidades educacionales sino por su propia capacidad y esfuerzo.


Por supuesto, algo para nada automático de evaluar y más difícil de medir y analizar que una línea en un currículo o el nombre de una universidad…


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