Cuando comencé a trabajar como Project Manager (PM), antes incluso de los días dorados del boom de las .com, podía realizar un seguimiento de mi trabajo haciendo una lista en los renglones de mi agenda diaria.
Todos los días la actualizaba en no más de 10 minutos y me sentía satisfecho por completar todas mis tareas programadas en tiempo y forma.
Desde entonces, todo ha pasado por un cambio bastante fuerte y, con los cambios, descubrí que mi antiguo sistema de mantener las cosas en ese diminuto cuadrado de papel ya no era viable.
La memoria que tenía el computador central que en donde trabajaba, era la milésima parte de la que tiene hoy mi celular, el trabajo remoto, que era una circunstancial llamada telefónica para resolver algún problema dictando instrucciones a otro, se transformó en la forma habitual de trabajar desde el living de mi casa, aparecieron monedas que no pertenecen a ningún país y que no existen físicamente, sino digitalmente, uno puede comprar, pagar, invertir, solicitar créditos, y otras cosas desde el celular y en cualquier parte, y más...
Mientras tanto, los gerentes de proyecto debemos lidiar todo el tiempo con ese cambio, y los que usamos marcos de trabajo ágiles nos acostumbramos a insistir con que el cambio es parte de los procesos de construcción de cosas, y que es bueno porque indica evolución.
Hemos alcanzado un nivel de logro profesional (que bien podría llamarse idiotez), en el que creemos poder gestionar 10 proyectos completamente activos a la vez sin problemas y sin que nos afecte, gracias a las anteojeras que nos proveen los adelantos tecnológicos y que no nos permiten ver la realidad en su totalidad.
De todos modos, loas avances tecnológicos nos han ayudado mucho, por lo que ahora podemos tener reuniones desde nuestro celular y en paralelo, sincronizar todos los aparatos informáticos entre sí, tener todos los contactos necesarios a un toque, y, poderle hablar a nuestro celular o computadora para que escriba por nosotros, o reciba instrucciones.
Parece ser una buena cosa, ¿verdad?
Quizás no tanto…
En este mismo momento, tengo una lista de 25 tareas en una aplicación, que debiera hacer hoy y se siguen sumando.
Tengo unos 200 correos electrónicos en mi bandeja de entrada todos los días de semana, excepto los lunes que llegan a más de 500 (por esta extraña costumbre de no querer abrir el correo los fines de semana), y entre 50 y 100 mensajes diarios en las aplicaciones de mensajería.
Tengo otra lista de tareas acumuladas en mi aplicación de oficina que se van sumando de a 10 todos los días para hacer en algún momento.
Tengo varios libros pendientes de lectura que todavía no pudieron abandonar su cubierta de celofán, más de 10 borradores de artículos que no terminé de escribir, dos libros que escribí y que nunca pasaron la revisión para mandarlos a publicar por falta de tiempo, y un par de semanas que les fallé a mis lectores por no hacerme el tiempo de publicar lo que escribo.
Mencioné que todo lo anterior sobre los avances tecnológicos era realmente bueno, ¿no?, porque las cosas solían ser mucho peores, cuando lo que acabo de describir no era tan común y había unos pocos que tenían todo esto y otros que debíamos responder como si lo tuviéramos…
Claramente, me parece que no estoy tan eficiente en este momento... o tal vez estoy demasiado comprometido con la tecnología para poder ser más eficiente, y esto parece estar reñido con mi profesión y mi trabajo elegido.
Soy Project Manager, Scrum Master, Agile Coach, y dirijo una empresa… ¡Se supone que debo ser el portador del orden en el mundo del caos!
No me apena decirlo, y creo que cualquiera en esta posición que diga lo contrario no está contando toda la historia, o no ha tenido tiempo de quitarse las anteojeras.
Si sientes que no estás de acuerdo con algo de lo anterior resuena, especialmente si eres una de esas personas que se burlan de sus compañeros de trabajo cuando comienzan con “¡OH NO! Tengo 500 correos electrónicos en mi bandeja de entrada", quisiera preguntarte ¿Cómo lo estás manejando? (Y esconderse en el baño a llorar, desde ya te anticipo que no es una respuesta válida).
Según los futuristas y escritores de ciencia ficción, nos dirigimos hacia un mundo donde las máquinas serán más inteligentes, desarrollarán la capacidad de ser sensibles y luego dominarán el mundo, todo debido a nuestra dependencia de la tecnología.
Puede ser, pero estoy empezando a preguntarme si el verdadero mal de la tecnología no será que nos permite movernos tan rápido y con tantos recursos, que perdemos la capacidad de ver nuestra propia ineficiencia y de mantenernos al día con nosotros mismos.
Quizás debamos parar la pelota un poco, y comenzar a plantearnos el volver a poner la tecnología a nuestro servicio y no nosotros al servicio de ella…
¿No?
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