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Foto del escritorDaniel Sachi

La hoja en blanco y los caminos para dibujar en ella



Así como para los que escribimos existe ese momento terrible llamado el síndrome de la hoja en blanco, donde nada se nos ocurre y las musas se han tomado vacaciones, también existe ese otro momento mágico cuando las ideas fluyen como un río y desbordan sobre el papel o la pantalla.


Cuando esto pasa y leemos el manuscrito (aunque ya casi nadie escribe a mano, y se lo sigue llamando así por costumbre), de repente sentimos que no queda nada más para agregar o quitar.


Esa sensación de que agregar cosas, nos llevará a querer quitar otras, de recortar la grasa y no podremos quitar ni una sola palabra sin dejar huecos en la mente del lector.


Es ese momento cuando nos sentimos más seguros de nosotros mismos, cuando lo que leemos tiene una musicalidad y un ritmo que es perfecto.

Ese es el momento en el que no vemos la hora de publicar y compartir ese hijo recién parido que es nuestro texto, sea este un artículo, un ensayo o un libro.


Lo mismo ocurre en los procesos de innovación.


El tema aquí es que, de no aparecer ese momento mágico, de sufrir el síndrome de la hoja en blanco, ese pánico a empezar algo, esa parálisis psicológica inherente al principio del proceso creativo que se llama así porque todo proceso creativo comienza con la nada, y que, para los escritores, pintores, creativos publicitarios, diseñadores gráficos e industriales, y empresarios innovadores entre otros, comienza delante de una hoja de papel en blanco que queremos llenar con las mejores ideas.


Esa nada, ese vacío, nos causa angustia, miedo a que no se nos ocurra nada y ese miedo nos bloquea.


Pero, como nunca sabemos cuándo aparecerá la luz, como decía Pablo Picasso “No sabemos cuándo vendrá la inspiración, pero cuando venga, mejor que nos encuentre trabajando


La inspiración existe, pero no viene por casualidad. Lleva mucho trabajo y dedicación tener ideas válidas, y es tan importante tenerlas como reconocerlas.


De hecho, a veces es bueno descartar la primera idea como norma, o tener la costumbre de confrontarla con las siguientes.


Pero a mi modo de ver, lo más difícil no es tener ideas, sino conseguir tener el criterio para reconocer las buenas, o las que pueden funcionar mejor.


En lo personal, uso algunas técnicas que me sirven para destrabarme y que justamente, la inspiración me encuentre trabajando.


En lo que respecta a escribir, una que uso mucho es la de leer una frase célebre al azar y generar a partir de ella un artículo completo con esa frase como idea central, buscando connotaciones, causas y consecuencias, impactos o antagonismos.


Otra es leer un artículo y buscar otras formas de expresar lo que dice que me parezca más amena, que cubra los huecos que encuentro en el texto, o usarlo para disparar ideas conexas, complementarias o suplementarias.


Lo mismo hago con un producto o servicio de otros, a partir una utilidad o característica que me impactó o de algo a lo que le busco nuevas aplicaciones.


Algunos podrán decir que esto es copiar, o no ser original, pero en un mundo de 6.000 millones de personas, es casi imposible ser totalmente originales.


Yo lo veo más como una oportunidad de forzar barreras mentales y obligarme a entrar en la fácil etapa en la cual todo fluye sin esfuerzo.


Y en tu caso, ¿tienes alguna técnica para compartir?


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