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Pandemia, historia de la imprevisión y el descuido


crisis, desorden, revuelta, previsión

Lao Tsé, un filósofo chino del siglo VI AC, y de cuya existencia real todavía hay muchas dudas, fue supuestamente el creador del libro máximo del taoísmo, el Tao Te Ching.


De acuerdo con este libro, el tao o ‘camino’, puede verse como el cambio permanente y esto es asumido como la verdad universal, cosa con la que concuerdo profundamente.


El libro en sí, es un compendio de frases, que algunos eruditos creen fueron escritas por distintas manos, pero esto no le resta importancia a las mismas.


Hay una en particular que se puede asociar con estos tiempos y es la siguiente:

"Las armas hay que construirlas antes de que llegue la guerra"


Y en realidad, así debiera ser, sin embargo, este enemigo que es la pandemia de Coronavirus, nos encontró desarmados y desprevenidos.


Ni los gobiernos, ni las empresas, ni las familias estaban preparadas para lo que nos pasa, e imaginarlo hubiera sido demasiado fantasioso…

¿O no?


A decir verdad, creo que no.


Independientemente de las películas de cine catástrofe que han mostrado infinidad de veces panoramas como el actual, mezclando un poco de fantasía con mucha realidad en cuanto a procedimientos, ya hemos pasado por cosas como ésta en la historia, solo agravadas por el hecho de ser ahora una gran aldea, donde las distancias no existen.


En el siglo XIV, la peste negra, con una mortalidad, calculada muy optimistamente, de 25 millones de personas solo en Europa, derivó en una persecución a los judíos acusándolos de ser los causantes de la epidemia por medio de la intoxicación y el envenenamiento de pozos, agregando algunas muertes extras como daño colateral, y esto a pesar de saber que se originó en Asia, y llegó a Europa por las vías comerciales existentes.


En 1918, la gripe española, llamada así porque la prensa de allí publicaba constante y libremente los avances de la enfermedad, cosa que no hacían por la censura los países participantes de la primera guerra mundial, se llevó entre 50 y 100 millones de almas, y en realidad, si bien se presume un origen en Asia, el caso cero, fue en Kansas, Estados Unidos y avanzó rápidamente por los cuarteles y campamentos militares de ese país en el mundo.


En ese momento, el presidente estadounidense Woodrow Wilson consultó con el general Peyton C. March, su jefe del estado mayor, si deberían suspender los envíos de tropas a Europa para no propagar la epidemia.

March le indicó que una noticia así podía perjudicar mucho la marcha en el frente si la Triple Alianza (Alemania, el Imperio austrohúngaro, el imperio otomano y luego el reino de Bélgica) se enteraban de los problemas entre las filas de su enemigo.

Por esta razón Wilson no detuvo los envíos, pese a llegarle informes diarios de que sus ciudadanos estaban enfermando e incluso muriendo en los barcos al declararse la gripe a bordo.


Entonces, ¿podemos decir que nadie podía prever que pasara esto?

Definitivamente creo que no.


A sabiendas o no, nos hemos preparado poco y nada para eventos como estos, y, por los datos que podemos ver todos los días, también a sabiendas o no hemos propagado la enfermedad.


Por eso, aprendamos de esto, preparemos nuestros países, nuestras empresas y nuestras familias para eventos como estos, porque, a pesar de parecer pesimista, cosa que no lo soy, esta vez no será la última…


A nivel país, preparemos los procesos especiales para contingencias y desastres.


A nivel empresa, tengamos nuestro plan de continuidad de negocios a mano y actualizado.


A nivel familia, elaboremos al menos un plan de contención y ayuda a nuestros afectos más vulnerables.


Y que la próxima, nos encuentre mejor preparados...



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