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Perseverancia, el poderoso condimento de la genialidad


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No importa cuales sean las tareas que tenemos hacer, debemos asegurarnos de cumplir cada una de ellas como si fueran grandes e importantes responsabilidades.


Muchas veces no lo pensamos así, pero cualquier gran logro por una tarea realizada es la suma de pequeñas y nobles tareas que fuimos realizando para alcanzarlo.


Por ejemplo, para cortar un árbol grande, tenemos que comenzar cortando las ramas pequeñas, y luego seguir por el tronco antes de poder sacar la raíz. Si solo cortamos las ramas y abandonamos porque no vemos el resultado final deseado, el árbol seguirá allí y nuestro trabajo habrá sido en vano.


No deberíamos nunca renunciar a nuestros esfuerzos para lograr un objetivo, porque no sabemos cuál será el último intento o golpe que nos dará el resultado perseguido.


No podemos ser de los que se rinden en el camino, porque entonces, de nada valdrá el esfuerzo realizado hasta ese momento, ni lo que hayamos dejado atrás para realizarlo.


Cuando recién comenzaba a trabajar, tuve un maravilloso jefe que, me veía bajar los brazos porque algo no me salía bien, y siempre me decía: “el éxito se obtiene con un 1% de inspiración y un 99% de transpiración”, similar a lo que decía Albert Einstein “El genio se hace con un 1% de talento y un 99% de trabajo”, y eso me hacía seguir intentando.


Desde entonces, realmente soy un convencido esto.


Por supuesto, no me considero un ejemplo, por lo que esto que leen es una reflexión personal que no tiene la misión de convencer a nadie, pero a veces, uno para la pelota o detiene el juego y piensa un poco más profundamente a partir de algo que lee o escucha, y ojalá sea este el caso y le sirva a alguien.


En lo personal, me ha pasado muchas veces de llegar a un punto en el que quería abandonar, cambiar de objetivos porque no veía los resultados, pero siempre recordaba la famosa frase y seguía adelante.

Casi siempre los objetivos se cumplían en algún momento.


Son pocos los casos en los que la suerte hace el trabajo pesado, pero no es algo que podamos esperar que nos suceda, por lo que nuestra perseverancia debe ser nuestra bandera y nuestro escudo.

Nuestra bandera porque es lo que vamos a defender y nuestro escudo porque es lo que nos defenderá de los golpes y las desilusiones.


Lo que sí siempre es posible, es que lo que estemos haciendo no sea lo mejor, o siquiera sea útil para lo que queremos lograr, por lo que no hay que confundir perseverancia con tozudez o necedad.


No podemos dejar de verificar que estamos en lo correcto, y de no estarlo, cambiar la forma en que hacemos lo que hacemos debiera se nuestra consigna, porque la idea es cambiar los métodos, no el objetivo.


Y, como ultima cosa de este pensamiento en voz alta, algo que me decía mi abuela: “No hay nada mejor que el cansancio por el esfuerzo empleado, cuando te puedes sentar a disfrutar lo que has conseguido” (claro que en piamontés sonaba mejor).


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