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Foto del escritorDaniel Sachi

La felicidad laboral no es una utopía


entorno de trabajo, personas trabajando, felicidad

Llevo muchos años leyendo blogs y estudiando todo lo relacionado con la felicidad en el trabajo y ser feliz con lo que se hace.


Desde mi punto de vista, y como defensor del capital humano me pareció importante hacer algunas reflexiones sobre la contratación para la felicidad.


Hemos leído y escrito volúmenes sobre la contratación de la persona adecuada con las mejores habilidades y competencias, pero contratar para la felicidad es una clase en sí misma, y hacerlo es indispensable para lograr un lugar de trabajo excelente y feliz.


Me parece que no hace falta decirlo, y no creo que nadie difiera demasiado con esta definición: una organización feliz se conforma con personas felices y que procuran la felicidad de su entorno.


Parece lógico, trivial y obvio, pero… ¿lo entendemos todos así?


En general, lo que veo en las organizaciones es a gente muy competente en lo suyo, con grandes habilidades técnicas, es decir, bien evaluados y elegidos para la definición dura de los requerimientos del puesto.


Pero la felicidad laboral es otra cosa.


Empatía, valores, sensibilidad, respeto, y la imperiosa necesidad de hacer que los otros, los que me acompañan, estén bien y disfruten de lo que hacen, es algo menos común, menos evaluado a la hora de contratar colaboradores.


Tratar de generar felicidad en el trabajo en una empresa que no tomó los cuidados necesarios en la contratación de las personas que la conforman es una utopía, y siempre termina con gastos improductivos, y un mal clima laboral.


Y no es porque sí, sino porque las expectativas generadas en la gente no se cumplen y los resultados esperados por los promotores de la felicidad y dueños o altos mandos de las empresas, tampoco.


A partir de eso, se vuelve a la típica gestión por resultados, premiando a los más capaces, sin importar si los logros fueron efectuados pisando cabezas y generando malestar.


Y lo peor, esos buenos resultados, son mucho más bajos que los que se pudieran haber obtenido en una empresa donde el concepto de felicidad laboral estuviera bien implantado, porque las empresas felices son infinitamente más productivas.


El tema aquí es que es muy difícil instaurar el concepto cuando la selección no fue correcta y tenemos una estructura armada, porque hay que cambiar paradigmas y hay que hacerlo persona a persona.


Pero difícil no es imposible, y aunque el camino sea largo, requiera de coaching personal para muchos y quizás hasta algunas decisiones duras como desvincular a los que no quieran asumir la responsabilidad de cambiar, siempre será un norte deseable, un objetivo privilegiado y la creación de un lugar donde sea maravilloso trabajar.


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