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Cómo hacer que una empresa familiar dure más que tres generaciones

empresa familiar, gestión organizacional

Cuando el apellido pesa más que el cargo 


Hay algo poético y peligroso en las empresas familiares.

Por un lado, están cargadas de historia, afecto, tradición… y por el otro, de almuerzos de domingo con agendas encubiertas, silencios cargados de intenciones y ese tío que sigue creyendo que todo se soluciona “como en los viejos tiempos”.


En más de una ocasión he trabajado con organizaciones donde el apellido pesaba más que el cargo, y el árbol genealógico era más importante que el organigrama.


Ahora bien, como decía Peter Drucker —el verdadero abuelo de la gestión moderna—:

"La cultura se come a la estrategia como desayuno"

Y eso en las empresas familiares se mastica, se digiere… y a veces, se atraganta.


La historia de los Álvarez: tres generaciones, una bodega y muchos brindis agridulces

Hace unos años, conocimos en ROI Agile a la familia Álvarez (nombre ficticio, historia real).

Una bodega en Mendoza, tres generaciones y un dilema: ¿cómo evitar que el negocio termine en manos de una multinacional o, peor aún, de abogados de sucesiones?


La abuela fundadora aún controlaba las decisiones (y el WhatsApp del grupo familiar). Su hija, gerente general, intentaba profesionalizar la empresa, y los nietos —jóvenes con estudios en enología, negocios y marketing digital— se sentían enjaulados en un modelo que ya no les hablaba.


La rentabilidad era razonable, pero la armonía, ausente sin aviso.

Las reuniones de directorio terminaban en discusiones sobre herencias, y los informes financieros competían con las quejas de la tía sobre quién cuidaba al abuelo el fin de semana.


El modelo de gestión: el verdadero tesoro escondido

En ROI Agile creemos que la empresa familiar no fracasa por falta de amor, sino por falta de estructura.

Transformar una familia tradicional en una familia empresaria requiere más que buenas intenciones.

Requiere método.


Y aquí viene uno de los secretos mejor guardados del oficio: Rentabilidad + Armonía Familiar = Perdurabilidad


Ese es el binomio sagrado.

Una empresa que no da dinero es una ONG con problemas.

Y una familia que no se habla, es una bomba de tiempo con contador invisible.


¿Qué hicimos con los Álvarez?

  1. Diseñamos un protocolo familiar, algo así como una Constitución a medida. Incluía desde las reglas de sucesión hasta cómo se decidía el menú del asado del aniversario.

  2. Armamos un Consejo de Familia, donde los conflictos se ventilaban fuera de la oficina y dentro de un marco de respeto.

  3. Profesionalizamos los roles, dejando claro que ser hijo del fundador no te habilita automáticamente a ser gerente de ventas.

  4. Incorporamos indicadores financieros claros, usando herramientas como el VAN y la TIR para decidir si valía la pena abrir una nueva línea de producción.


¿Qué pasó después?

A los dos años, la bodega Álvarez duplicó su facturación, exportó a cinco nuevos países y logró que los nietos propusieran abrir una línea de vinos orgánicos con marca propia.


El apellido seguía, sí, pero ahora como sello de calidad y no como ancla del pasado.


Y lo más importante: el grupo de WhatsApp cambió de nombre.

Pasó de “Familia y Negocios” a “Bodegas Álvarez”.


La diferencia entre heredar y construir

Como señala John L. Ward, uno de los referentes mundiales en empresas familiares,

“la continuidad no es un accidente, es una decisión estratégica”.

Su libro Keeping the Family Business Healthy es una guía fundamental para entender que el futuro no se hereda, se construye.


Lo que se necesita para no morir en la tercera generación (o antes)

El dato es brutal: solo el 15% de las empresas familiares sobrevive a la tercera generación.

¿La causa?

La negación de los problemas y el apego irracional al “siempre lo hicimos así”.


En ROI Agile ayudamos a las empresas familiares a desarmar esa bomba invisible. ¿Cómo?

Aplicando agilidad, herramientas de gestión, coaching ejecutivo, facilitación de acuerdos, y sobre todo, mucha humanidad.


Consejos para no repetir la historia (y evitar que tu empresa familiar termine como anécdota de sobremesa)

  1. No confundas vínculo con competencia: Ser familiar no garantiza saber liderar.

  2. Documenta todo: La memoria familiar es frágil. El protocolo, no.

  3. Escucha a los jóvenes: No vinieron a destruir tu legado, sino a evolucionarlo.

  4. Capacita a todos, empezando por tí: Nadie está exento de aprender.

  5. Separa lo emocional de lo empresarial: Y si no puedes, pide ayuda externa.

  6. Define un plan de sucesión hoy, no cuando estés de viaje en el crucero de jubilación.


Preguntas para reflexionar en familia (y en serio)

  • ¿Qué tan clara está la diferencia entre rol familiar y rol empresarial?

  • ¿Contamos con un protocolo que regule decisiones, herencias y roles?

  • ¿Tenemos órganos de gobierno definidos y activos?

  • ¿La próxima generación está preparada o sólo “está”?

  • ¿Invertimos en profesionalización o seguimos “improvisando con cariño”?

  • ¿Cómo reaccionaríamos si mañana se presentara un fondo de inversión con una oferta millonaria?

  • ¿Qué nos une hoy más: el pasado o el proyecto compartido?


Epílogo: el apellido como marca, no como excusa

Una empresa familiar puede ser una bendición o una trampa.

Puede ser el mejor lugar del mundo o una novela turca en versión contable.

Lo que hace la diferencia no es el cariño, sino cómo se gestiona.


Como me dijo una vez un fundador sabio:

“Lo que yo construí con amor, mis hijos lo van a defender con profesionalismo o lo van a perder en una sucesión judicial.”

Y tenía razón.

Hacer perdurable una empresa familiar es un acto de madurez, visión y humildad.


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