John Lilly, médico estadounidense, neurocientífico, psicoanalista, psiconauta (persona que usa estados alternos para la exploración de la mente), filósofo, escritor e inventor, decía que, en la provincia de la mente, lo que uno cree que es verdad, o es verdad o se transforma en verdad, y la verdad es que eso se aplica tanto a las personas como a las empresas, que, de hecho, están formadas por personas.
En los muchos años de recorrer organizaciones me he encontrado con estas verdades absolutas, que no eran tales, pero todo internamente funcionaba como si lo fueran.
Claro que con resultados totalmente diferentes a los que hubieran sido de ser verdad en realidad.
Esto por supuesto no implica necedad de los participantes.
Muchas veces esas creencias realmente fueron verdades irrefutables, pero el tiempo cambia muchas cosas, más aún en el ámbito empresario.
Otras, fueron convicciones muy arraigadas en los fundadores, que nunca pasaron por el filtro de la verosimilitud.
En el medio, todas las variantes.
Empresas que aseguraban que su nicho era uno en particular pero que había dejado de ser negocio hace tiempo, otras que ponían cotas inferiores a sus negocios porque en algún momento se daban el lujo de rechazar los de menor cuantía porque el trabajo sobraba y otras que seguían con sus políticas internas hacia el personal, de la misma manera que cuando eran un polo de atracción de profesionales o el mercado laboral era diferente, pero se habían quedado en el tiempo y aparecieron otras empresas más competentes en el asunto que drenaban su personal.
Solo algunos ejemplos.
Lo cierto es que este cambio de paradigmas nunca es fácil, quizás porque justamente son creencias muy arraigadas y que en algún momento tuvieron su correlato en la realidad, quizás porque los surcos mentales en los tomadores de decisiones están demasiado recorridos por esos pensamientos, para plantearse siquiera revisarlos.
Lo bueno de todo esto es que este problema tiene remedio, lo malo es que convencernos sobre la falsedad de algo que tomamos como verdad, es mucho más difícil que convencerlos de que algo es verdad.
Pero hagamos el intento.
Como empresa, una de las primeras cosas que debemos hacer es validar nuestra Misión y Visión, porque es lo que marca nuestro rumbo.
Quizás esta definición se quedó en el tiempo, o cambiaron los escenarios con los cuales fue planteada, pero refrendarlas y verificarlas cada cierto tiempo es muy sano y mantendrá a la organización enfocada.
Otro tema importante a revisar son nuestros Valores, porque ellos estarían hablando del “cómo” hacemos las cosas, y mucho más importante, qué cosas priorizamos en las personas de nuestra organización.
Si la Misión o Visión no son verdad hoy día, fallaremos en nuestros negocios. Si los valores no son verdaderos hoy día, fallaremos en todo.
Dado este paso, lo próximo a revisar son nuestros productos y/o servicios, y su asociación al mercado objetivo, ya que, sin esto, la empresa no tiene futuro.
Y una vez hecho esto, validemos nuestras propias convicciones personales en cuanto a nuestra capacidad de aceptar los cambios e incluso de impulsarlos, ya que, de no hacerlo, en breve estaremos de nuevo en una situación similar a la de inicio.
La forma de revisarlos varía en cada caso, pero en todos, la idea es contar con una visión objetiva para establecer el punto de comparación, preferentemente externa a la empresa para que no esté teñida de subjetividad o inercia.
Como el trabajo a hacer es arduo, mejor comenzar lo antes posible, salvo claro que consideren que la verdad real, es irrelevante, por lo cual en este caso aconsejaría cambiar al coach o psicólogo organizacional, por un psiquiatra…