¿Qué pueden enseñarnos los niños sobre resolver problemas en la empresa?
- Daniel Sachi
- 17 abr
- 3 Min. de lectura

Los niños tienen una habilidad envidiable: no dejan de preguntar hasta entender las cosas.
Los adultos, en cambio, nos conformamos con respuestas a medias y después nos quejamos de que los problemas nunca se solucionan.
Si hay algo que las organizaciones suelen hacer mal—y con una frecuencia alarmante—es el análisis de causas cuando algo falla.
Nos lanzamos a poner parches, a buscar culpables o, peor aún, a ignorar el problema esperando que se resuelva solo, cosa que rara vez sucede.
Pero, ¿y si la clave para resolver problemas complejos en la empresa estuviera en pensar como un niño de cinco años?
El arte perdido de preguntar "¿por qué?"
Los niños no tienen filtro.
Si algo no les cierra, insisten hasta entenderlo.
Preguntan una y otra vez, sin miedo a parecer molestos o ingenuos.
En cambio, en el mundo corporativo, muchas veces:
Nos conformamos con la primera respuesta (aunque sea incompleta).
Evitamos profundizar por miedo a incomodar a alguien.
Improvisamos soluciones sin entender realmente el origen del problema.
El resultado: problemas recurrentes, equipos frustrados y procesos que nunca mejoran.
El método de los 5 porqués: simple, pero no sencillo
Toyota no inventó el arte de preguntar, pero sí lo sistematizó con el método de los 5 porqués, una técnica que obliga a ir más allá de lo obvio.
La idea es simple: preguntar "¿por qué?" cinco veces seguidas hasta llegar a la causa raíz.
Ejemplo real (y clásico):
¿Por qué se paró la producción? → Porque una máquina se averió.
¿Por qué se averió la máquina? → Porque el mantenimiento preventivo no se hizo.
¿Por qué no se hizo el mantenimiento? → Porque no estaba en el planificador.
¿Por qué no estaba en el planificador? → Porque no hay un proceso estandarizado.
¿Por qué no hay un proceso estandarizado? → Porque nadie lo definió y se asumió que "alguien lo haría".
Causa raíz: Falta de procesos claros y responsabilidades definidas.
Si te hubieras quedado en el primer "porque", habrías cambiado la máquina y listo. Pero el problema volvería a aparecer.
Cómo hacer un análisis de causas que no sea un chiste
1. Reúne al equipo correcto (no solo a los "jefes")
Si solo están los mismos de siempre, obtendrás las mismas respuestas de siempre. Incluye a quienes trabajan en el proceso día a día, ya que ellos saben dónde están los problemas.
2. Modera sin sesgos
Alguien debe guiar la discusión sin influenciar las respuestas.
Nada de: "Bueno, pero eso es obvio…" o "No creo que sea por ahí…".
El objetivo es explorar, no justificar.
3. Escribe todo (literalmente, todo)
Si no queda registrado, no existe.
Usa una pizarra, una aplicación para tomar notas, o hasta notas adhesivas, pero que todos vean el hilo de pensamiento.
4. No busques culpables, busca causas
Como decía W. Edwards Deming,
"un mal sistema le ganará a una buena persona el 100% de las veces".
Si el problema es recurrente, el error no es de una persona, sino del proceso.
5. Valida con datos, no con suposiciones
"Creo que fue por…" no es una respuesta válida.
Si no hay datos, investiga antes de cerrar el análisis.
Consecuencias de hacerlo mal (o no hacerlo)
Soluciones temporales: Gastas recursos en arreglar síntomas, no el problema real.
Frustración del equipo: Si siempre se trabaja en modo "apaga incendios", la gente se quema.
Pérdida de credibilidad: Los clientes (internos o externos) notan cuando las cosas no mejoran.
5 preguntas para evaluar cómo está tu empresa en esto
Antes de cerrar, haz este ejercicio rápido:
¿Tenemos un método claro para analizar problemas o lo hacemos "al ojo"?
¿Involucramos a las personas correctas o solo a los mismos de siempre?
¿Documentamos las causas raíz o nos quedamos en lo superficial?
¿Revisamos si las soluciones aplicadas realmente funcionaron?
¿Aprendemos de los errores o repetimos los mismos una y otra vez?
Si la mayoría de las respuestas son negativas, tienes un área de oportunidad enorme, y, como siempre, estamos para ayudarte.
Conclusión: Menos burocracia y más curiosidad para resolver problemas
Los niños no tienen miedo de preguntar, de equivocarse o de volver a intentarlo.
Las empresas, en cambio, suelen operar desde el "así siempre se ha hecho" o el "no hay tiempo para analizar".
Pero como dijo Einstein:
"Si tuviera una hora para resolver un problema, pasaría 55 minutos pensando en el problema y 5 minutos en la solución."
¿Cuánto tiempo le dedicas tú a entender realmente lo que falla?
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