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Foto del escritorDaniel Sachi

El egoísmo como enfermedad de las organizaciones


egoísmo, liderazgo tóxico, cultura organizacional

Habitualmente hablamos del ego como un defecto, enfocándonos en cómo es percibido por los demás, sin embargo, existe otra perspectiva a considerar: los costos que el propio egoísta paga por mantenerse en ese rol.


El egoísta ve el mundo a través de esta lente y esto, por sí solo, desencadena una serie de consecuencias distintas para él en comparación con las demás personas.


Permíteme mostrarte un panorama más amplio:


Energía desperdiciada en defensas constantes

El egoísta invierte una cantidad considerable de energía en mantener una especie de escudo protector.


Está siempre en alerta, vigilando a su alrededor, tratando de detectar cualquier comentario, rumor u opinión que desafíe su posición privilegiada que ha construido para sí mismo y/o cree tener.


Atención constante a los demás

Se mantiene vigilante ante las palabras de los demás, siempre listo para contrarrestar cualquier amenaza a su estatus.


Esta actitud lo lleva a estar en constante estado de alerta para contrarrestar cualquier desafío a su supremacía y sofocarlo rápidamente.


Relaciones superficiales basadas en interés

Dado que el ego solo se preocupa por sí mismo, las relaciones que establece con los demás son en su mayoría superficiales y suelen basarse en intereses personales.


La autenticidad brilla por su ausencia, ya que las personas genuinas tienden a evitarlo.


Incapacidad para admitir errores

Al no reconocer sus propios errores, el egoísta se ve obligado a soportar sus equivocaciones sin dar su brazo a torcer.


Esto lo lleva a la fatiga adicional de sostener frente a los demás algo que en realidad no es verdad.


Generación de resentimientos

Priorizarse a sí mismo sobre los demás crea un caldo de cultivo para el resentimiento.


Las cuentas pendientes y las facturas acumuladas son cuidadosamente guardadas, listas para ser presentadas en el momento oportuno.


Aislamiento del aprendizaje

El egoísta se convierte en una entidad auto-referencial que coloca su enfoque por encima de todo.


Lamentablemente, esto significa que se cierra a las posibilidades de aprendizaje y crecimiento personal, por lo que su convicción de estar en lo cierto se convierte en su prisión.


En resumen

Quien decide que el ego sea el epicentro de su vida se enfrenta a una existencia conflictiva y solitaria.


Vive en un constante intento de entender por qué este mundo aparentemente incomprensible no le otorga el lugar que él considera que merece, por encima de todos nosotros, los simples mortales.


¿Cuál es el impacto en las empresas de este tipo de comportamiento?

Trasladando este análisis al entorno empresarial, queda claro que el egoísmo puede ser un veneno corrosivo.


Las empresas están compuestas por individuos que interactúan para lograr objetivos comunes, pero, si los líderes o empleados adoptan actitudes egocéntricas, se crea un clima tóxico de desconfianza y competencia destructiva.


La energía que podría canalizarse hacia la colaboración y la innovación se desperdicia en mantener máscaras y en proteger un estatus artificial.


La comunicación se resiente cuando el ego gobierna, ya que la autenticidad es reemplazada por estrategias defensivas y cálculos de interés propio.


Las relaciones superficiales y la falta de empatía erosionan la moral y la cohesión de los equipos.


Además, la incapacidad para admitir errores y aprender de ellos limita el crecimiento y la adaptación de la empresa en un entorno como el actual en constante cambio.


En el contexto empresarial, el egoísmo puede dañar la creatividad y la innovación, ya que las voces y perspectivas divergentes son ignoradas o silenciadas, y la falta de humildad impide el aprendizaje y la mejora continua.


En resumen, una cultura empresarial en la que el egoísmo se fomenta puede llevar al estancamiento, la desmotivación y la decadencia.


Por otro lado, las empresas que priorizan la colaboración, la empatía y la humildad fomentan un entorno en el que las ideas fluyen, las relaciones se fortalecen y el aprendizaje es constante.


Aquí, el enfoque está en el bienestar del equipo y la satisfacción del cliente, no en el egocentrismo.


Los líderes que guían con ejemplo, alentando la comunicación abierta y el crecimiento personal, crean una cultura de éxito sostenible.


En conclusión, el egoísmo no solo afecta al individuo, sino que también puede tener un impacto devastador en las dinámicas y el rendimiento de una empresa.


Reconocer los peligros del egoísmo y fomentar una cultura basada en valores como la colaboración, la empatía y la humildad es fundamental para construir un entorno empresarial saludable y próspero.


Preguntas

  • ¿Se fomenta activamente la comunicación abierta y el intercambio de ideas entre los miembros del equipo?

  • ¿Se prioriza la colaboración y el trabajo en equipo por encima de intereses personales en la toma de decisiones importantes?

  • ¿Los líderes demuestran humildad al admitir errores y están abiertos a aprender y mejorar?

  • ¿Se promueve una cultura donde se valora y respeta la diversidad de opiniones y se evita la formación de grupos cerrados basados en intereses personales?

  • ¿Los líderes y empleados son alentados a considerar el impacto de sus decisiones en el bienestar del equipo y en la satisfacción del cliente antes que en beneficios personales?

Estas preguntas te ayudarán a evaluar si la organización está priorizando la colaboración, la empatía y la humildad sobre el egoísmo y cómo se manejan estas dinámicas en el entorno laboral.

Si una o más respuestas fueron negativas, sabemos como ayudarte a corregirlo.

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2 Comments

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Guest
Aug 29, 2023
Rated 5 out of 5 stars.

Excelente desarrollo del tema, lamentablemente en muchas organizaciones prevalece el egoísmo y no se trabaja en equipo.

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