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Armamento para los tiempos que vienen


cerebro, armas blancas
“No se trata de ir a la guerra, sino de estar preparado para sobrevivir en paz.”

Replanteando el concepto de armamento

Los que me conocen saben que soy un pacifista a ultranza, sin embargo, muchas de las personas con las que trato viven en estado de guerra permanente.

Por eso busqué una analogía que también hable su idioma: el armamento.


Cuando uno escucha esa palabra, suele pensar en armas y destrucción.

Pero si entendemos “armamento” como el conjunto de herramientas internas que nos permiten defendernos en la vida, cambia por completo el sentido.


Se trata, entonces, de esas aptitudes y actitudes que nos protegen, nos ayudan a sobrevivir, a crecer y a alcanzar el éxito sin necesidad de herir a nadie.


El nuevo campo de batalla: el cambio constante

Los tiempos que corren —y los que vendrán— nos exigen un mejor armamento.

Todo se ha vuelto más complejo, las estrategias cambian, el entorno es volátil y la competencia, muchas veces, desleal.

Nada permanece inalterable por mucho tiempo, y quienes no se preparan para adaptarse, quedan fuera de juego.


El inventario de tus armas

Aquí surge la gran pregunta: ¿Sabemos cuál es nuestro inventario? ¿Podemos decir con certeza qué tenemos y qué no?

Tener lo que se necesita pero no saberlo no nos da ninguna ventaja.

Y creer que se tiene algo que en realidad no se tiene es, incluso, peor.

Por eso, hacer un recuento realista del propio armamento es un paso fundamental para estar listos ante cualquier desafío.


Las armas que no pueden faltar

Casi todos contamos con recursos valiosos: algunos más actualizados, otros más intuitivos, algunos brillantes y otros oxidados.

Pero hay ciertos elementos que hoy son imprescindibles si queremos tener éxito en la batalla diaria:

  • Una buena red de contactos que brinde contención y alertas tempranas.

  • La gestión estratégica de proyectos, en lugar de la improvisación.

  • La introspección activa, para reconocer nuestros estados mentales.

  • La investigación constante y la observación del entorno.

  • La innovación permanente, para no depender del pasado.


Por supuesto, como en un buen cóctel, la eficacia no está en el ingrediente, sino en la mezcla justa.


Las 5 P: la artillería emocional

Más allá de las habilidades técnicas, hay un arsenal emocional que toda persona —y toda organización— debería desarrollar.

Las llamamos las 5 P: Positividad, Proactividad, Pasión, Paciencia y Persistencia.


🟢 Positividad

No dejar que las emociones nos bloqueen.

Buscar lo bueno incluso en las crisis y ser capaces de mostrar “la luz al final del túnel”.

🔵 Proactividad

Dar el primer paso, ofrecer experiencia, compartir conocimiento.

Perder el miedo a equivocarse y transformar cada error en aprendizaje.

🔴 Pasión

Amar lo que hacemos hoy y también lo que está por venir.

Poner cuerpo y alma, porque solo el ejemplo arrastra.

🟡 Paciencia

Adoptar una visión de largo plazo y tolerar los errores propios y ajenos.

Ser flexibles, sin perder el rumbo.

🟣 Persistencia

Trazar un plan, sostener el impulso, avanzar un poco cada día.

El progreso no siempre se nota, pero siempre cuenta.


Preguntas para evaluarte

  1. ¿Conocemos realmente nuestras fortalezas y debilidades?

  2. ¿Mantenemos actualizadas las habilidades críticas necesarias en nuestra profesión?

  3. ¿Tenemos una cultura de aprendizaje y adaptación continua?

  4. ¿Practicamos las 5 P o solo las predicamos?

  5. ¿Tenemos un motor que nos empuje a la innovación y la colaboración genuina?

  6. ¿Sabemos reconocer y reparar las “armas oxidadas” de nuestro acervo?


Conclusión: mantener el armamento en buen estado

Las batallas —personales o empresariales— nunca son fáciles.

Habrá caídas, fallas y aprendizajes.

Pero lo que marca la diferencia no es la ausencia de errores, sino la capacidad de volver a levantarse con el armamento interno en buen estado: actualizado, consciente y bien utilizado.

“No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta al cambio.”— Charles Darwin

Hoy mismo, haz el inventario.

Revisa tus armas: las visibles (procesos, tecnología, estructura) y las invisibles (valores, comunicación, cultura).

Actualiza, reentrena y refuerza.

Porque la paz, tanto en tu vida como en tu organización, no se conquista: se construye cada día con preparación y propósito.


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