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Cada uno ve lo que sabe

Actualizado: 27 ago 2020


lupa, reunión

Las noticias falsas ya no son patrimonio exclusivo de los medios de comunicación y las falsas creencias tampoco son exclusivas de algunas religiones.

Las empresas sufren las consecuencias de ambas, y muchas veces son catastróficas porque la gente se nutre de estas creándose una imagen distorsionada de la realidad.

Muchas veces, las falsas noticias no se crean de mala fe, sino por desconocimiento y suposiciones. Veamos un ejemplo:

En la cafetería de la empresa, usualmente en algún pasillo cerca de los baños, se genera una charla casual entre dos empleados:

- ¿Sabés que ayer vi al dueño de la empresa cenando con el dueño de nuestra competidora?

- ¡No me digas! ¿En qué andarán? Yo escuché al jefe decirle al contador que estaba cansado de perder plata… Por ahí le quiere vender la empresa, jaja

El primero de ellos se queda pensando y cuando vuelve a su oficina le comenta a un compañero:

- Sabés que vi al dueño de la empresa cenando con el dueño de la competidora. Me parece que le quiere vender la empresa…

- ¡No me digas! ¡Es un tema serio!

- Si… me parece…

Ese compañero, a la tarde, también va a servirse un café y se encuentra con otro, y surge el siguiente diálogo:

- Parece que se vende la empresa, la quiere comprar la competencia

- ¡Pero si la compran ellos, nosotros sobramos! ¡Tienen todo el personal que necesitan!

- Hay que ir mandando currículums a las consultoras y estar atentos.

- ¡Si, por supuesto! Ya le voy a comentar a los demás para que no los tomen desprevenidos…

La falsa noticia ha nacido.

El resultado de esto es un malestar general, miles de horas desperdiciadas en comentarios sobre “lo que va a pasar”, y la posibilidad de fuga de personal, con el agravante de que cada uno que parte, refuerza más la idea de la inventada venta.

En el caso de las creencias, tengo como ejemplo una experiencia que tuve en una organización de venta directa.

La red estaba convencida de que la empresa estaba ganando fortunas mientras los asociados hacían mucho esfuerzo para ganar muy poco.

Esto hacía que las quejas fueran continuas, que exigieran todo el tiempo mayores porcentajes de comisión y que las relaciones entre la empresa y la red fueran siempre tirantes.

Agravado esto porque el dueño, pensaba que, aunque fuera falso, si la gente creía que se ganaba mucho dinero, considerarían a la empresa mucho más sólida de lo que realmente era.

¿Resultado?

Mal clima, baja en la motivación, menores ingresos y emigración de personas de la red a otras empresas.

A esta altura, como cada quien ve lo que sabe, uno podría decir que no hay solución posible a este tipo de cosas y que son parte del juego empresario, pero no es así.

Hay una solución y es mantener la transparencia total en las relaciones y en la información circulante, mejorando el saber de todos.

Un dueño de empresa que habla permanentemente con sus empleados, que comunica sus decisiones y los hace partícipes, difícilmente sufra de las falsas noticias porque el mismo con su accionar genera los anticuerpos, y ante una conversación como la planteada, la respuesta inmediata sería “Ya nos hubiera dicho”.

En cuanto a las falsas creencias, la comunicación de los estados, buenos y malos, el compartir la información y el subir la gente al barco a partir de la transparencia, siempre funciona.

Ser transparentes nos hace creíbles, nos hace sumar voluntades a partir de compartir, y va depurando las relaciones y la cultura de la organización.

Una vez alguien me dijo “Ser transparente me va a hacer más vulnerable”, sin darse cuenta que su propia falta de transparencia se esparcía y se clonaba en las personas de su organización y hacía que él, tampoco tuviera toda la información fiable que necesitaba.

A fin de cuentas, la transparencia es como el combustible de un auto, si se quiere ir lejos debe haber la necesaria, si no hay suficiente nos quedaremos en el camino…


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